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Desde su creación, el Establecimiento sigue las orientaciones del Estado como un factor determinante de su quehacer. En efecto, surgió a la vida institucional como una forma de respuesta a la necesidad de un liceo laico para Coyhaique, siendo este el elemento aglutinador que motivó la participación de la comunidad, padres apoderados y alumnos, quienes desde el año 1959 trabajaron abnegadamente para crea el Establecimiento, anhelo que se hizo realidad el 01 de marzo de 1963, ya que el año 1962 funcionó como anexo del Liceo de Hombres de Puerto Montt.
Actualmente, el Liceo Josefina Aguirre Montenegro de Coyhaique genera su propuesta educativa a partir de las políticas educacionales vigentes, las que se basan en el Acuerdo Marco de una Política de Estado para la Educación chilena, sustentado en “La Declaración de Quito, un Nuevo Modelo de Desarrollo Educativo ”(1990), cuyo primer

acuerdo establece que la educación debe ser objeto de grandes consensos nacionales que garanticen la continuidad de las políticas y programas; en la “Conferencia Mundial de Educación de 1990” y en “La Transformación Productiva y Equidad en la Educación, CEPAL”. Al margen de definir objetivos referidos a la gestión, la profesión docente y la inversión educacional del estado, este acuerdo señala que es tarea de los gobiernos de Chile “Proporcionar una educación de calidad para todos y garantizar el acceso equitativo a la educación”, a la vez que “Reformar y diversificar la Educación Media”. Se asume entonces que en el escenario deseable para la educación chilena a fines del siglo XX y comienzos del XXI, “la educación de su gente será el principal capital del país para competir en los mercados internacionales, sostener una alta tasa de crecimiento y fortalecer el ejercicio de los derechos y deberes democráticos”; la educación de la gente hará posible que el país se inserte competitivamente en el concierto de las naciones y que la mayor educación en la sociedad chilena contribuya al crecimiento de la actividad laboral, a mejorar la salud de la población, al control de la natalidad, a reforzar la institucionalidad democrática y a garantizar a su población la promoción de la persona en lo económico, social, político y cultural.
El contextualizar la labor del Liceo en el marco señalado significa que asumimos nuestra tarea en el ambiente político, económico, social y cultural del país, la región y la comuna, hecho que reviste particular importancia para el cumplimiento de nuestra misión, ya que nos impone la necesidad de realizar diagnósticos cada vez más precisos y acotados acerca de quiénes son los alumnos que concurren al Liceo, y de indagar en la comunidad para saber qué es lo está ocurriendo en educación, y en su contexto con el propósito de construir, sobre dicha base, nuestra propuesta pedagógica. En este sentido, es del todo insuficiente señalar que nos apropiaremos de la Reforma Educacional impulsada en los últimos años, si previamente y a partir desde el diagnóstico particular de una realidad en constante cambio y de las premisas del marco teórico filosófico, no realizamos las adecuaciones de las prácticas pedagógicas, de los contenidos, de la evaluación, de la orientación, de los estilos de trabajo y de los reglamentos que dan cuenta de las normas de convivencia, para ser verdaderamente efectivos en nuestro trabajo. El proceso educativo se constituye hoy en un escenario complejo y demandante, con cambios permanentes que afectan y determinan nuestra realidad escolar.
Desde una perspectiva filosófica, antropológica y social, como Liceo intencionamos nuestra labor con más énfasis en una teoría educativa funcionalista, que tiene en cuenta los procesos por sobre los resultados. Los resultados se logran con cada alumno o alumna en el mediano y largo plazo.
El Liceo trabaja con alumnos procedentes de todas las realidades educativas de la región, jóvenes formados en escuelas rurales y urbanas. Para estos jóvenes que ingresan a primer año medio entre los 14 y los 17 años se diseña nuestra propuesta educativa, que compatibiliza el interés de los estudiantes, los recursos disponibles en el Establecimiento y las características del entorno y la comunidad.
Nuestros planes y programas de estudio dan la oportunidad de que cada alumno sea personalizado, y la posibilidad de desarrollar junto a él y su familia, una trayectoria ascendente en sus aprendizajes. En este sentido, la función social de la educación en nuestro Liceo es el desarrollo de cada persona, lograr que el alumno aprenda a aprender y que a través de la educación alcance los mejores aprendizajes que le permite su individualidad como ser único e irrepetible.
Desde la perspectiva de la concepción curricular, como Liceo propiciamos la concepción centrada en la persona, marco teórico que se caracteriza por su posició ontológica centrada en la existencia humana, que aspira a que cada persona logre la plenitud de su existencia, su realización personal y social. Si bien, en los tiempos actuales se percibe como utopía, éste es el marco ético del papel del educador en el Liceo. El rol de la educación que impartimos es crear condiciones para que cualquier alumno logre aprender, exigencia que a no dudarlo complejiza nuestra labor educativa, pero que es una tarea ineludible para atender debidamente a nuestro alumnado.
En la propuesta del Liceo y, por ende, de los subsectores que componen el plan de formación de los alumnos, son relevantes los aprendizajes que estos puedan alcanzar en la dimensión afectivo-emocional. Ello no significa descuidar las otras dimensiones (intelectual, social biológica), toda vez que aspiramos a una formación integral de los alumnos, donde cada área debe alcanzar el máximo desarrollo de sus potencialidades para lograr el todo que es cada alumno. Consecuentemente, este énfasis puesto en considerar lo afectivo-emocional del currículo formal e informal se orienta a formar en valores y actitudes fundamentales; desarrollar la autoestima y la confianza en sí mismo; buscar un sentido positivo a la vida; aceptar y comprender los modos de pensar distintos al propio; dar valor a la vida y a los derechos humanos; promover la responsabilidad y el discernimiento de los deberes que cada persona debe asumir; desarrollar niveles progresivos de libertad y autonomía personal, elementos formativos que en su conjunto son altamente deseables e indispensables para una convivencia armónica entre los individuos.
Además, en la lógica de las organizaciones que aprenden, hemos incorporado en nuestra gestión pedagógica, la estima y la valoración a la iniciativa personal, el emprendimiento y la colaboración, rasgos fundamentales de la personalidad en camino hacia la autonomía personal. Por ello, ponemos el énfasis en potenciar las estrategias que promuevan el trabajo en equipo para fomentar el mejor logro de aprendizajes procedimentales y actitudinales, aprendizajes altamente deseables para el desarrollo de competencias en los alumnos.